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Mejora la respiración: el yoga te enseña a respirar correctamente. Respirar de manera profunda y a un ritmo pausado equilibra el sistema nervioso, desacelera el ritmo cardiaco y relaja los músculos.

Refuerza el sistema inmunológico: el yoga ayuda a reducir el nivel de cortisol, la hormona relacionada con el estrés. Está demostrado que niveles de cortisol elevados pueden provocar cambios de humor, aumento de peso, presión arterial alta, y problemas de sueño y digestivos, entre otros. 

Mejora el equilibrio: a medida que mejora el equilibrio, también lo hace nuestra flexibilidad, ya que las articulaciones se benefician de este tipo de ejercicios.

Aumenta la flexibilidad: uno de los primeros cambios positivos al empezar a practicar yoga. La flexibilidad ayuda a evitar lesiones. Conforme aumenta la flexibilidad, desaparecen muchos de los dolores musculares provocados por las tensiones diarias.

Fortalece músculos y huesos: a diferencia del trabajo de musculación de los gimnasios, el yoga evita que se acumule ácido láctico en el cuerpo, lo que provoca fatiga y dolor. En cuanto a los huesos, está demostrado que el yoga ayuda a reforzarlos y a frenar la pérdida de masa ósea. Con el yoga se consigue mejorar la postura lo que incide en la columna vertebral.

 Mejora tu circulación. Las diferentes posturas te ayudan a oxigenar las células de tu cuerpo y hacen que la circulación de la sangre sea más fluida. Además te ayudará a sentirte más ligero y a descansar mejor durante la noche, ya que tu cuerpo se sentirá más relajado y destensado.